
En conversación con Cultumanía, la Directora de programación y audiencias en el Centro Cultural Gabriela Mistral, María José Cifuentes, junto con Felipe Reyes, del equipo de programación, advierte que pese a que se ha producido una transformación paulatina en la programación artística respecto a un enfoque paritario, aún se hacen necesarias medidas que velen por un tratamiento más equitativo de la exposición de obras de mujeres con respecto a hombres.
¿Cómo definirías las lógicas de programación actuales respecto a una perspectiva de género?
En cuanto a temas programáticos, yo creo que ha habido evidentemente una transformación sobre el proceso de cómo se hace la programación artística con un enfoque paritario. Sin embargo, no es como algo que la institución establezca de manera obligatoria, sino que es algo que trasciende un poco las decisiones como personal del equipo de programación, de intentar equiparar lo más posible la lógica programática. Pero al mismo tiempo, también hay que considerar que en el ámbito del teatro hay también muchos directores, dramaturgos, y eso también tiene como un peso institucional.
Igual en el fondo, en el campo de las artes escénicas, en cuanto al teatro como institución, yo creo que todavía existe como una tradición mucho más masculina dentro de la escena teatral, porque bueno, es una escena también bastante política y como que tiende a ir hacia una imagen masculina.
Sin embargo, cada vez más se está reforzando la imagen de mujeres y directoras de dramaturga, y justamente estamos intentando desde GAM poder apoyar cada vez más a mujeres en esa área. Pero quienes tienden a tener como más vínculos de poder siempre son personajes masculinos.
Entonces, ahí también hay como una tensión que uno intenta moderar estratégicamente, pero a veces sobrepasa las capacidades programáticas, porque como les digo, no hay como una ley pareja, o que establezca como un acuerdo estratégico programático de paridad. Lo hemos intentado instalar, de hecho, está el compromiso morado, donde está participando ahora también Natalia Tapia.
Hay distintas capas en términos de género: uno tiene que ver con la programación artística y con cuánto uno puede finalmente establecer lógicas de paridad; y otra cosa es cómo internamente los equipos de gestión -y yo creo que ahí es importante hacer una investigación-, se trabaja internamente en lógicas paritarias en cuanto a recursos humanos, en cuanto a igualdad de condiciones laborales, en cuanto a entender los universos de la mujer, versus la sociedad masculina.
Ahí sí que hay una serie de compromisos y de mediaciones en torno a cómo se instalan, a veces incluso, en los equipos de trabajo, prácticas patriarcales y machistas que también generan conflictos en torno a la manera de trabajar en los espacios culturales.
Y ahí por ejemplo, estamos trabajando con la red de salas, donde se acaba de levantar una capacitación para defender a compañeras en situaciones a veces que están también laboralmente complicadas. Entonces por eso les digo, son distintas capas.
Una es la capa interna estructural de cómo debería operar un espacio cultural en términos paritarios, en términos de género, en términos también de compromisos laborales hacia la mujer. Y luego es cómo es la programación artística, establece una estrategia de paridad, pero que no es como ley, no es como que el Ministerio de Cultura nos diga: “a partir de ahora tiene que haber una obligación en cuanto a cantidad de porcentaje de mujeres creadoras, escénicas”. No existe como ley.
Sí existen compromisos, y por eso ahora se está creando -también al interior del Ministerio de Cultura- un comité de género donde también hoy día se está hablando desde Subsecretaría de Cultura, como cuáles son los temas de género que tienen que abordar este comité, cómo eso también tiene que trascender finalmente a las organizaciones.
Entonces, como les digo, hoy día se están abriendo, tanto en Subsecretaría de Cultura, distintos temas de cómo instalar prácticas de género en el nivel de las organizaciones, de los sindicatos, de los gremios, entre otros; y luego cómo esto afecta internamente. Por ejemplo, cuántas mujeres participan en los sindicatos.
Además de lo que uno hace artísticamente, hay otras capas que son como más profundas, donde los temas de género a veces son más complejos.
En cuanto a términos programáticos, sí hacia la danza cada vez uno intenta integrar, porque el universo de la danza es más femenino de alguna manera. Por muchos años fueron los coreógrafos hombres también los que marcaban la pauta de la escena contemporánea de la danza, hasta los 2000, que empezaron a aparecer más coreógrafas mujeres. Y ahí empezó como a validarse mucho más a las creadoras, que antes también eran los coreógrafos.
–¿Y en artes visuales?, pensando en las exposiciones que a veces hacen aquí mismo.
María José: Yo creo que en el campo de las artes visuales no dista mucho de las artes escénicas, yo creo que están un poco hoy día en otros lugares.
Por ejemplo, me acuerdo alguna vez haber hablado con un programador de Paris, y él decía que para él hoy día como programador tenía un desafío muy grande, porque le obligaban políticamente la paridad de género en el campo de las artes visuales, y que él tenía que tomar decisiones programáticas equiparadas, y ojalá más mujeres que hombres. Y que a veces se enfrentaba a la condición de cómo hacer esa curatoría, cuando era una cosa como obligatoria, cuando a veces él encontraba que no tenía tantos proyectos de mujeres que le interesaban.
Entonces, claro, había como una dicotomía de cómo seleccionar, cuando en verdad a veces te interesaba más un par de hombres. Y luego hay todo el universo LGTBQ+, que también es interesante en cómo se aborda en términos programáticos y curatoriales.
Entonces, yo me atrevería a decir que, en general, los espacios culturales hoy están iniciando un proceso de paridad en la integración de equilibrios. No sólo en la dicotomía de género, sino también se está ampliando y diversificando a una visión más integral, más allá del género, pero intentando generar una lógica paritaria.
Ahora, los campos de luchas de las mujeres en el arte son gigantes, y yo creo que por lo mismo todavía estamos atrasados en relación a definir ciertas lógicas de género, de paridad, porque como les digo, ni siquiera se han instalado, o a mí conocimiento, no sé si el gobierno lo está haciendo o lo va a hacer. Pero todavía no tenemos un mandato obligatorio del ministerio que nos diga: “Es obligatorio que GAM programe de manera paritaria”. Es una decisión de nosotros como equipo de programación intentar generar esa lógica de paridad en la selección que hacemos.
Y creo que en el campo de las artes visuales, principalmente las salas, yo creo que todavía la misma sala está en un proceso de redefinir sus prácticas curatoriales, porque hasta ahora lo que ha pasado mucho con GAM, que es un espacio que la gente solicita para usarlo, y a veces se programa sin una línea curatorial específica, y yo creo que ese es el camino que queremos trabajar como equipo programático de empezar a establecer más líneas curatoriales, temáticas.
Y ya el próximo año, por ejemplo, la conmemoración de los 50 años del golpe, sí va a instalar una línea programática evidente, porque el tema va a estar tanto en salas, como en salas de exposiciones, espacios de residencias, espacios públicos; porque ya hay una línea más concreta que vamos a abordar durante todo el año, en distintos momentos.

–¿Manejan algún tipo de estadísticas donde uno pueda saber cuántas mujeres o tantos hombres están creando obras? ¿Existe ese tipo de información, o todavía no se ha realizado?
María José: Yo creo que no tenemos una estadística, pero sería interesante que ustedes en la tesis lo abordaran, que ustedes pudieran realizar eso, o sea tomar las programaciones de GAM, de los últimos años y hacer esa estadística.
Felipe: No la tenemos, de hecho, hace súper poquito, a principios de año GAM levantó unos estudios internos. Recién hubo un proceso de revisión interna donde levantamos una serie de estadísticas, información de cómo los equipos perciben y reciben información, de cómo estamos compuestos. Entonces, claro, con nuestras contrapartes o hacia afuera, todavía no hacemos eso. Todavía depende mucho de nosotros como equipo de programación, que estamos como atentos a eso, como ver toda la participación, poder nivelarla.
–¿Creen ustedes que se puede mantener la lógica de espacios digitales, o hay que volver completamente a la presencialidad y reforzar el contexto del espacio cultural físico?
María José: Yo creo que la virtualidad y lo digital se queda por mucho tiempo. Creo que hoy día tenemos que ser inteligentes en cómo utilizar esos espacios en cuanto a lógicas de programación.
No creo que se quede como una herramienta de creación permanente, de hecho, ha existido el video-arte, documentales. O sea, esa herramienta se ha utilizado siempre, lo que pasa es que también la pandemia nos masificó, o de alguna manera, como que llevó este tipo de dispositivos de una lógica más masiva y programática, porque antes aparte de los festivales de video-danza, video-arte, o de ciertos artistas que trabajaban con formatos documentales, no éramos tan conscientes. Pero siempre ha existido, siempre hemos tenido, tanto en festivales como en muestras. Siempre uno puede identificar esos dispositivos de trabajo audiovisual.
Y de hecho, estamos en una cultura visual que con las últimas décadas se ha incrementado, y hoy día incluso se puede falsear identidades, imágenes, a partir de esa cultura visual que ya trasciende el espectáculo. O sea, el mismo Instagram es el espectáculo de uno mismo, todo eso está instalado.
Yo creo que hoy día la posibilidad de trabajar con lo digital nos permite conectarnos en términos territoriales, tanto a nivel nacional como internacional. Y esa es una herramienta que vamos a seguir utilizando, porque también hay como una nueva mirada de pensar las lógicas de colaboración y compromiso, sobre todo en términos de internacionalización, de cómo un presenta a los artistas a otros contextos internacionales, y cómo a veces estas prácticas, una mínima reunión de zoom, o ya sea mostrar algún corto, algún video o algo, ya nos permite que ese artista pueda salir o ser conocido en otros contextos.
Entonces es una herramienta de internacionalización súper potente, y también una herramienta de colaboración que encuentro muy fuerte, y dudo que se disminuya.
Ahora, programáticamente en nuestro caso yo creo que es verdad que después de la pandemia -y de un proceso de los últimos dos o tres años, de tener que estar estableciendo una lógica de programación digital producto de la pandemia-, evidentemente hoy día dan muchas más ganas de volver a la presencialidad y de poder retomar la experiencia del teatro, la danza, de las artes visuales en vivo. Y eso es algo que estamos instalando, porque también que el arte es un estado de encuentro, y es importante que las personas vuelvan a encontrarse también desde el arte como un lugar de conocimiento, encuentro y tejido social. Entonces, es fundamental.
Sin embargo, también hoy día estamos tratando de masificar esto, y por ejemplo estamos tratando de programar para televisión. Acabamos de firmar un convenio con la Universidad de Chile para hacer programación en el canal de la Universidad de Chile, y también tenemos un canal digital que se está terminando de armar, y que tiene toda una programación ahí de selección de obras con las que se puede trabajar, y yo creo que es una herramienta que nos permite conectarnos también con otros contextos.
Entonces, más que disminuir, yo creo que las estrategias de lo digital se van a encaminar quizás hacia otras lógicas, pero van a estar ahí evidentemente a disposición sobre todo para otras personas de otros territorios, que puedan ver esas obras.
Volver a la obra zoom, no creo, no creo que volvamos a tener esa experiencia de obras por zoom, pero por ejemplo todos los festivales o todos los proyectos que están sucediendo hoy día a nivel internacional tienen un aula digital, entonces tú puedes estar yendo presencialmente a ver obras, y el que no pudo asistir, tiene la posibilidad de colgarse a una programación digital e ir enterándose de lo que va pasando, o ir viendo entrevistas o algunas obras o cosas así. Entonces, hoy día creo que es una buena herramienta para seguir operando en términos de difusión.
Felipe: Sí, pero es una herramienta que hay que repensarla, sobre todo desde el lugar de la experiencia, y eso es lo que creo que estamos haciendo. Porque es distinta la relación que tenemos con la televisión, por ejemplo, -que es un dispositivo que media información- a la que tenemos con un computador, que a su vez es distinto a un celular.
Entonces, hay varias cosas que evaluar en esa programación digital. La pandemia obligaba y la gente tenía que conectarse. Era la única forma para acceder, pero hoy día que compites de nuevo con la experiencia del encontrarse en lo presencial, hay que buscar otra forma.
–Entonces, se podría decir que deberían confluir las dos.
María José: Sí, es como un análisis de la vinculación, yo creo que cómo media este dispositivo, cómo nos relacionamos con este dispositivo, que es el que entrega la información.
–¿Qué opinan de estos espacios culturales que están destinados exclusivamente para mujeres? ¿Caen en algún tipo de segregación no intencionada?
María José: O sea, siempre va a haber una lógica de discriminación positiva, en la medida en que intenciones una por sobre la otra. En esas lógicas como muy formales, evidentemente es discriminación positiva desde ese lugar. Pero también es la única forma de lograr ese espacio de nivelación o de participación. Si no, no hay otra forma. O por lo menos no se me ocurre una forma inmediata en la lógica de la conciencia de quien está programando, la distribución.
Acá, de hecho, en GAM, en el ámbito de las artes escénicas, hay áreas de trabajo que son más priorizadas, otras feminizadas, donde hay mayor presencia de mujeres. Entonces, evidentemente en esos espacios donde estamos hablando de una lógica extrema, evidentemente hay que establecer una lógica de discriminación positiva, no sólo en temas de género, de la participación de la comunidad LGBTI+, las personas con discapacidad, entre otros.
–¿Pudiese ser éste un elemento que se tome en cuenta a futuro en las políticas públicas culturales? ¿Debería haber un pilar que tenga que ver con la equidad en los próximos documentos culturales?
María José: Sin duda.
–¿Cuáles son los aspectos más urgentes que se deberían agregar?
María José: Yo creo que la participación de una lógica de género, tanto sexo genérica, binaria, no binaria, profesionales y personas en situación de discapacidad o con discapacidad, la lógica de poder establecer un espacio de acceso y derecho común.

–En cuanto a lo vinculado a la programación, ¿Ustedes se acercan a algunos artistas para ofrecerles el espacio, o esta interacción siempre es a través de convocatorias?
María José: Mira eso es lo que te decía en relación a cómo opera GAM hasta ahora, por un lado, está la programación que se establece en un principal porcentaje en relación a la convocatoria, que se ha hecho históricamente en este espacio, y que esa convocatoria, en el fondo, nos permite tener las salas constantemente programadas con artistas nacionales, entre otros.
Y otra cosa, que es lo que queremos empezar a plantear este año, es la posibilidad de hacer una curatoría. Y ahí lo que uno hace es también seleccionar obras o proyectos que a uno le interesan, y poder invitarlos a ser parte de una programación. Y eso tiene que ver con una lógica o visión curatorial.
Antes de trabajar acá, yo trabajé muchos años en Nave, y allá teníamos ciclos programáticos. Entonces, por ejemplo, nuestro último ciclo programático -que fue en el cual más trabajé-, fue un ciclo de Eco-feminismo, donde estábamos tratando de instalar temáticas medioambientales con mujeres creadoras que trataran de vincular la mirada ecológica a temas feministas. Estuvimos trabajando con artistas de la danza y las artes visuales de Chile y del extranjero, pensando específicamente en la visión de qué es el Eco-feminismo.
Y para mí es interesante esa línea, como poder instalar ciertos temas y armar ciertos ciclos con conversatorios, encuentros, donde podamos potenciar una visión temática, que no solamente es ir a ver una obra aislada, sino que poder armar un tema o una línea programática en torno a eso.
Eso en GAM hasta ahora. Estamos como en un proceso que yo creo que podríamos poder hacerlo ya hacia 2024, porque estamos heredando una convocatoria que tiene una lógica bastante abierta, donde los temas son variados, pero quizás el día de mañana podemos, además, crear ciertas convocatorias temáticas. Entonces, estamos en un proceso de todavía reestructurar para justamente tener visiones curatoriales.
Hay que diferenciar entre la curatoría y la programación. La curatoría es de alguna manera una línea editorial que uno instala en base a cómo quiere definir ciertas lógicas temáticas programáticas.
Yo creo que en la programación a veces uno tiene que elegir de todo un poco. Y por eso hay espacios que tienen visiones programáticas que son súper diversas, y uno puede ver cosas súper distintas en el espacio, porque el espacio está pensado en términos programáticos como una selección un poco de cosas que me interesan, y otras por compromiso, entonces vas metiendo programación.
Y otra cosa, es tener muy definido el tema a trabajar, o curatorialmente, “solamente vamos a hacer un espacio de apoyo a mujeres, o vamos a trabajar sólo con temas de medioambiente”.
Entonces, esas prácticas a nivel de centro cultural son más complejas, y quizás por eso hay teatros o festivales que pueden tener más fácil poder construir estas lógicas más curatoriales.
Esto viene mucho de las artes visuales. Las artes visuales siempre han trabajado con curatoría, sobre todo las galerías más independientes, pero los centros culturales tienen que convivir con sistemas culturales muy diversos, entonces hay que procurar darle cabida a toda esa diversidad.
A veces es difícil poder leer una curatoría, porque tienes que tener de todo un poco, de todas las prácticas. Sobre todo si queremos intentar abrirnos a personas que nunca han estado acá.
Entonces, como que cada vez estamos planteándonos eso, cómo integrar a personas que quizás nunca han estado, o universos que están más lejanos a nosotros, que se sienten menos llamados a trabajar con GAM. Estamos cada vez más reivindicando o buscando cómo trabajar con personas que quizás no están tan vinculadas al espacio.
Pero a nivel de género, yo creo que estamos más bien con una estrategia súper personal y, como digo, no hay como una política impuesta, sino que tiene mucho que ver con cómo nosotros pensamos de programación, y qué lugar damos, qué cabida damos también a las creadoras. Por ejemplo, ahora tenemos varias producciones en proceso, casi todos los que lideran esos proyectos son hombres, porque suelen ser los que se acercan más rápido a la institución también. Como digo, hay lugares de poder más instalados.