Macarena Carreño: “Chile tiene una industria musical que es muy diferente”

Macarena Carreño es música, gestora cultural y coordinadora de talleres artísticos y del programa de orquestas de la Corporación Cultural de La Florida. Y en Cultumanía hablamos sobre el escenario de los artistas emergentes, la importancia de saber cómo gestionar los proyectos y su trayectoria en el mundo de las artes.

Macarena Carreño junto a su Premio Jóvenes Talentos Balmaceda Mustakis 2015.
Macarena Carreño.

Macarena Carreño vive la cultura. Desde los 15 años, edad en que empezó a tocar la guitarra e incursionar en la senda de crear su propia música, supo que las artes eran lo suyo. Ganando concursos y becas, hoy Macarena es realizadora visual, parte de la banda Mueres en el mar, gestora cultural y coordinadora del programa de Orquesta Infantil y Juvenil de la Corporación Cultural de La Florida. 

En Cultumanía, tuvimos la oportunidad de hablar con ella sobre los artistas emergentes, los desafíos que enfrentan estos, la importancia de crear redes y más. 

Las vueltas de la música

“Todos pensaron que yo iba hacer otra cosa”, comenta al principio Macarena Carreño, mientras piensa en qué momento supo que quería dedicarse a la cultura. Lo supo joven. Pero guiada por la relación del cine con su familia, decidió estudiar esta carrera, aunque tiempo más tarde se dio cuenta que no era como ellos. 

“Después de que estudié cine me di cuenta que no soy tan cinéfila como mi familia, y lo que en verdad a mí me gusta es la música. Pero eso me permitió también ver la posibilidad de todas las artes, o sea me permitió conocer -más o menos- en mayor profundidad cómo funcionaba el teatro, cómo funcionaba la actuación, o la música, la edición, cómo funcionaba el arte visual […] entonces eso me permitió tener un amplio espectro de las artes, ya y después de eso dije: “Voy a estudiar gestión cultural, porque en general el arte es lo que me gusta”.

–Haces muchas cosas y nosotras igual queremos ir ahondando un poquito en cada uno de ellas, pero primero háblanos sobre “Mueres en el mar”.

–Mueres en el mar es mi proyecto. De hecho lo quiero ver como si hiciese una película: en la película hay un director y ahí está todo el equipo que no pueden ser menos importantes que uno. La idea es que todos hagamos una sinergia que nos permita crear una obra de arte. Entonces yo quise ponerle a esta obra de arte “Mueres en el Mar”, y como yo hago las canciones y tengo la visión, soy la directora-guionista, puede decirse.

Y el productor musical, Pablo Ramos, es una figura importantísima junto con el director musical y guitarrista, Rodrigo Donoso, porque claramente yo no estudié música, entonces tengo alguien que sabe hacer guías de acordes, partituras y todo lo que se necesita para lo demás.

Entonces eso, voy como eligiendo roles específicos y también -en realidad- que quieran decir lo que quiere decir Mueres en el mar, que tiene un discurso. Y eso es lo que más me importa a mí, como una película, lo que más atrae es el guión, entonces todos van así como “ya, me hace sentido, voy a este proyecto”, lo construimos todos juntos.

Y eso fue el 2019, ahí empecé “Mueres en el Mar” después de dos bandas que tuve. Empecé hacer música en 2011, como música original, mis canciones propias, que se llamaba “TRÉ”. Después se cambió a “Treile” con el que subimos un disco en PortalDisc, y después en 2019 cambiamos el nombre a “Mueres en el mar”.

Tú hablabas de un discurso que tiene Mueres en el mar, ¿de dónde surge?

–Bueno, mi idea con la música y con las artes tiene que ver con cambiar el mundo de la forma en que uno quiere. ¿Conocen la frase “Memento Mori”? “Memento Mori” es “recuerda que vamos a morir”, entonces cuando uno pone el “morir” en la mesa, se da cuenta de qué está haciendo con su vida, cómo la estoy aprovechando, a quiénes estoy queriendo, con quiénes me estoy relacionando, y todo ese tipo de cosas. Entonces, “Mueres en el mar” nace de ese sentido, las canciones nacen de esa necesidad de decir “esto es lo que me importa”, “yo concluí esto en mi vida”.

Entonces es como los ríos que mueren en el mar y se funden en el mar, luego se evaporan y vuelven a ser ríos a través de las nubes. Forma parte de un ciclo. Entonces quiero que naturalicemos la muerte al decir mucho morir jajaja, pero en realidad es algo más buena ondi, que la gente pueda sentir que somos parte del todo.

Igual la banda tiene harto que ver con naturaleza, de hecho el primer disco se llama “La Timidez de los Eucaliptus” y está relacionado con “la timidez de los árboles”, que es un fenómeno botánico que se da en algunos bosques, donde uno mira para arriba y se da cuenta que las copas de los árboles no se tocan, y se ve súper lindo. Es como que cada copa del árbol puede alcanzar la luz y nutrirse, entonces es como una metáfora del cómo siento que podríamos relacionarnos al darnos el espacio para ser, conversar, hablar y crecer, en vez de competir. Colaborar en vez de competir, ese es el discurso.

El trabajo emergente

En un escenario donde cada vez entran más artistas nacionales, Macarena Carreño pone énfasis en los elementos que diferencia el trabajo de su banda con otros: el discurso, el sonido con diversas influencias, la fuerza de su mensaje a través de lo visual. “Aunque eso es lo que uno siempre está buscando: la propuesta de valor”, explica. Pero “ahora hay caleta de espacios”, y eso también involucra más visibilidad al trabajo de los emergentes y las mujeres.

“Se nos han dado hartos espacios. Nosotras mismas nos hemos dado varios espacios que nos han hecho crecer harto, y ser emergente es algo transversal […] Chile tiene una industria musical que es muy diferente a las de primer mundo, en las que existen más recursos, más conocimiento y más consumo de los propios habitantes de la música del mismo país.

Por ejemplo, a los chiquillos que estudiaron música nunca les enseñaron cómo autogestionarse ellos mismos, ahí hay muchas cosas, muchos detalles, papeles y gestiones que los chiquillos no saben hacer y tampoco quieren. Dicen ‘en realidad no, autogestionarse no es lo mío’, y quedan músicos en el camino. […] Ser emergente es súper difícil porque es todo un camino que no está creado y uno tiene que ir rebuscándoselo hasta encontrar su nicho y su lugar.”

¿Dirías que ese es quizás el mayor desafío?

Una cosa es la educación. Nosotros mismos no nos creemos suficientes para escucharnos a nosotros mismos, como país no tenemos autoestima y eso nos merma la posibilidad de que nos podamos valorar. Es como “mi amigo hace música”, y el pensamiento general es como “¿qué me importa? debe ser mala. Él es como yo, por lo tanto, debe ser mala”, ¿cachai?, una cosa así. Igual es fome. Siento que a Chile le falta autoestima, aunque igual se ha ido retomando de a poco, pero nuestra idiosincrasia no nos permite darnos color.

Lo segundo tiene que ver con las políticas públicas. Por ejemplo en Brasil, sí o sí tiene que sonar música brasileña en las radios. Acá se logró eso: El 20% de la música chilena, pero se pone en las noches o cuando nadie escucha. […] Es un poco como lo que pasó con el estallido social, las empresas pueden lucrar mucho pero no se les cobra los impuestos, entonces los emprendimientos que apoyan a los artistas chilenos, las políticas públicas, no están… no te pueden poner en la misma equivalencia con las otras empresas, entonces al final terminan muriendo.

Ahora se está tratando de cambiar eso, pero yo que trabajo en gestión cultural, con el Ministerio, la ley de donaciones culturales. La ley de donaciones culturales, pa mí, siento que no sirve mucho, ¿cachaí?, porque tú tratai de hacer un proyecto, te lo tienen que aprobar con la ley de donaciones culturales, y luego tienes que tú mismo ir a buscar a marcas y decirles “¿quieres reducir impuestos? Paga esto”.

Es difícil encontrar los recursos. Bueno, además están los fondos concursables, por ejemplo. Yo me tuve que hacer experta en fondos concursables, ya nos hemos ganado varios, pero igual son azar. No es algo que es seguro. […] Trabajar en negro, por ejemplo. Tengo muchos amigos que son músicos de profesión, salieron de estudiar guitarra, interpretación, saxo, años estudiando y llegan a las pegas y ni siquiera hay boletas, incluso. Les pagan a un músico con boleta y ese músico le paga a su equipo. Igual eso también tiene que ver con el sistema público y cómo funciona, porque viéndolo desde el otro lado, de quienes hacen este tipo de eventos, son miles los impedimentos burocráticos que hacen que contratar a un músico o artista sea muy difícil.

Y ante este escenario y en lo inmediato ¿cuáles son las pequeñas cosas que podemos ir haciendo?

–Nosotros estamos construyendo industria. No tenemos una industria con roles específicos que realmente funcionen. Lo que tenemos que hacer como agentes de la música, personas que trabajamos en esto es construir industrias. Por eso de hecho nosotros hicimos el sello [Caída Libre].

Y desde tu rol de gestora cultural, ¿cómo te desempeñas en el área de la música?

–Lo que hago dentro de la música y con el sello, es management a bandas, representaciones internacionales y nacionales, dossiers, documentos técnicos, hablar con locales, bookings, pero también con el Centro Cultural de La Florida, donde soy la coordinadora de la Orquesta Infantil Juvenil -o sea del programa de orquesta-, lo que hago en realidad tiene que ver con ordenar, organizar, facilitar, hacer que las cosas pasen. También hay un estudio de grabación comunitario que se llama “La Casa Récords” en la cual también agendamos a personas que vayan a grabar allá, y sesiones.

Lo que te enseñan en gestión cultural es tener una idea. Una idea no es un proyecto, y cuando tú tienes una idea tienes que pensar en cómo lo vas a llevar a cabo, cómo lo vas a poner en terreno, entonces eso es el conocimiento más importante que me permite desarrollarme en todas las áreas.

He podido tener que ver con varias aristas y a veces uno como artista tiene una visión […] y ahora que hago eventos, esto dentro, coordino y estos en todos lados, puedo darme cuenta de lo difícil que es cada rol, y que en realidad uno cuando alega no llega a ninguna parte. Cuando uno habla de crear industria en Chile, tenemos que saber confiar en nosotros, trabajar en conjunto, construir juntos, en lugar de echar para abajo los proyectos.

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